Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Todo el mundo se prepara para las celebraciones navideñas, que significarán un punto y seguido en la cotidianidad de la vida. Pero este año me sospecho que el estado de ánimo de muchas personas -mayormente, las interesadas en la realidad de la vida pública y ... el sentimiento de sus propias sensaciones- no estará a la altura de la euforia que las fiestas propician.
La situación política, y más que la situación política el enredo y la confusión en que está evolucionando, si no llegan a crear depresión en los más variados ambientes sociales y familiares poco le faltará. El retraso inexplicable en la lógica democrática, en la demora en la formación de un Gobierno coherente, algo básico para que luego se convierta en estable, crea angustia y malestar.
Pocas veces, hasta donde llega nuestra memoria, se detecta tanta decepción y tanto hastío en la calle cuando se escuchan las opiniones ajenas sobre el errático proceso que se está siguiendo. Es de imaginar que los institutos de opinión pública están descansando del exceso de trabajo que tuvieron durante las campañas electorales porque extraña que no estén cuantificando ya el desánimo social que se detecta.
Hay dos razones que se unen a la desesperación pragmática por la prolongación de la interinidad del poder. Una es la evolución de la dialéctica política con que se informa de la situación o deforman los hechos que las negociaciones están generando. La otra es la frustración humana de los que se sienten humillados temiendo que su futuro depende de quienes no quieren compartirlo.
En estos últimos tiempos fueron muchos los agravios recibidos por los radicales del independentismo catalán; mucha la sensación de que no somos bien aceptados en una comunidad común e incluso que somos despreciados, y no sólo por algunos con tintes racistas. Los principales partidos nacionalistas defienden ideologías respetables y mantienen organizaciones legales, pero no tanto como para vincularlas a nuestros propios intereses.
No puede negárseles, en absoluto, que participen en la política, que influyen con sus argumentos y que contribuyan con sus votos en las decisiones. Pero a muchos les revuelve las tripas que en una situación como la actual todo el futuro dependa de los juegos malabares, evidentemente interesados, de un partido minoritario y activo defensor de la independencia.
Que nuestros representantes políticos, elegidos después de una saturación electoral como la sufrida, no sean capaces de formar un Gobierno es deprimente para nuestro conjunto como sociedad. Que se cuente con los independentistas es deseable, pero no que haya que ponernos a su disposición mientras su objetivo sea enemigo del que los demás tenemos protegido por la Constitución.
En fin, perdón por no derrochar un optimismo contagiante. A ver si hay suerte y a ver si el sorteo de la lotería nos levanta el ánimo, la fiesta de los inocentes nos devuelve a la realidad eclipsada y los Reyes Magos nos sorprenden el año que viene con sus alforjas repletas de sensatez para repartir entre todos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.