Más errores que aciertos
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A la final le faltó luminosidad, hubo poca finura en el juego y resultó un duelo de zaguerosLa final entre Elezkano II-Rezusta y Irribarria- Zabaleta tuvo de todo, como en botica. Muchos toboganes, vaivenes, imprecisiones y más errores que aciertos. Le faltó luminosidad, ese brillo que hace vibrar de emoción a los pelotazales, y remates albardados de talento. Hubo poca finura ... en el juego y resultó un duelo de zagueros con dos delanteros, extraviados a menudo, y con excesivas prisas.
No fueron todo malas noticias. También hubo buenas. Una de ellas es que la pelota vizcaína sumó una nueva 'txapela' de manos del delantero de Zaratamo, Danel Elezkano, que a lo largo de la competición se ha mostrado como un pelotari firme, tanto en ataque como en defensa, y con esa impecable flema que le caracteriza. Un pelotari con cuajo, oportuno, encarador y con una visión de juego extraordinaria.
Lo que son las cosas, el material está vez que no tuvo excesiva influencia en el resultado, pero sí en el intercambio de golpes. Creo que la pelota que pusieron en juego los derrotados benefició más a sus rivales que a ellos. De bote alto y salida rápida de frontis, fue una auténtica perita en dulce para Beñat Rezusta, que le gusta jugar de arriba y no agachar los riñones. Pero bueno, doctores tienen los sabios pelotísticos.
El partido arrancó como terminó, con dos sendos fallos de Iker Irribarria. En el primero agarró un machetazo de volea -para mí un claro 'atxiki'- que fue a morir a las tablas de la contracancha. Y el que cerró la final fue una paradita al txoko bajo txapa. Es su formato. A tantos revestidos de fantasía, como los que hizo subir al marcador (14 y 15) con unos ganchos sesgados y veloces, sucedieron intempestivas entradas que fueron a dormitar al lecho de las tinieblas.
Sin embargo, hay que subrayar que este zurdo dotado de un potente sotamano es un pelotari tan largo y profundo que tiene pasajes de ensueño. A veces está aliado con los ángeles y otras con el diablo. Basta ver como frunce el ceño cuando la pelota no da en la diana y lo risueño que luce cuando acierta. Está dotado de un repertorio muy bacheado.
Zabaleta, un zaguero de corte clásico, fue el mejor del cuarteto. Desde que se puso la pelota en juego no quiso ser un convidado de piedra y tomó con fuerza las riendas del partido. Ofreció la mejor versión de los contendientes. Desprendió templanza con ambas manos, bajó a los cuadros alegres con determinación, y defendió con uñas y dientes los cuadros largos de la cancha.
En lo que respecta a Beñat Rezusta, que fue el objeto de deseo de sus contrarios, aguantó la tormenta que le sobrevino con valentía y coraje. Mostró todo un alegato a la versatilidad. Y su mérito radica en que utiliza en el peloteo una sola mano, su extraordinaria zurda. Su diestra la lleva como compañera de viaje. Nunca se doblegó pese a que sus rivales le achucharon de lo lindo. Solidez y sacrificio son sus principales argumentos.
Hubo otros perdedores, como la cátedra. Desde el minuto cero cantaron el dinero, 1000 a 600, por lo que más tarde resultaron derrotados. Y es que don dinero será poderoso, pero nunca gana los partidos. Una final es una final y hay que jugarla.
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