Las enseñanzas del doctor Gao
Doctora en Psicología y analista de Relaciones Internacionales
Martes, 5 de mayo 2020, 00:19
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Doctora en Psicología y analista de Relaciones Internacionales
Martes, 5 de mayo 2020, 00:19
Vamos conociendo la Covid-19. 'La', porque es la enfermedad del síndrome respiratorio agudo severo que causa el coronavirus SARS-CoV-2. Vamos conociendo mejor a los científicos que abordaron en primera instancia la existencia del virus; vamos sabiendo lo que hicieron y nunca debieron ... hacer con el manejo de sus hallazgos, los tiempos, la información, las amenazas sobre el personal sanitario y los lanzadores de alerta, la ocultación del terrible peligro en ciernes… Todo para preservar la imagen del Estado-Partido Comunista chino y sus ambiciones de ocupar el lugar central en el mundo. Descrito el arranque de la pandemia, Pekín tiene muchas dificultades para ahogar sus pormenores. Si este confinamiento de la Humanidad es un hito en su historia, con un antes y un después incierto, sabemos ahora que la reputación de China y determinados investigadores cuentan con manchas negras ante algunos miles de muertes y desaguisados evitables.
Gao Fu, director general del centro chino de prevención de las enfermedades, en la revista 'Science' de marzo, sienta algunas enseñanzas para la gestión de la pandemia por Covid-19. Mientras trabajan en la vacuna milagro con monos y ratas, Gao remite a «las estrategias no farmacológicas»: la separación social, prohibición de reuniones, desplazamientos, el aislamiento de enfermos, detección inmediata de las personas por ellos frecuentadas y su confinamiento. Estos cordones sanitarios deben complementarse con el uso de termómetros y de mascarillas dadas las vías de transmisión del virus y la existencia de numerosos afectados asintomáticos. Las personas diagnosticadas positivas poco dañadas por la enfermedad deben guardar cuarentena en infraestructuras 'ad hoc'. Hoy la Covid-19 solamente se frena eliminando la fuente de infección.
Mientras Gao se pregunta si una parte suficiente de la población china ha sido infectada como para generar una inmunidad colectiva que aleje el virus, mientras espera las conclusiones sobre anticuerpos y tratamientos eficaces, las críticas abundan acerca del proceder ético-científico de los equipos del gigante asiático. Fue 'The Wall Street Journal' el que, el 8 de enero, publicó la existencia de un nuevo coronavirus. En una base de datos de genomas virales de acceso libre el 5 de enero se describe la primera secuencia del genoma propuesta por los científicos chinos; la información no llegó del imperio del Medio. Según el diario hongkonés 'South China Morning Post', basándose en un informe del Estado chino, en noviembre ya se habían declarado algunos casos, con un primer enfermo confirmado el 17.
Estos plazos errados no cambiarán mucho la pandemia, pero puesto a vender su política sanitaria, describamos los condicionantes del régimen chino. Madre de familia, la doctora Ai Fen dice a su marido el 2 de enero: «Si me pasa algo, educa bien a los niños». Reprendida por difundir falsos rumores, la directora de Urgencias del hospital de Wuhan no confiará la verdad a su esposo hasta el 20, después de que Zhong Nanshan, una autoridad médica oficial, hubiera revelado a China entera lo que Ai Fen y sus colegas sabían hacía semanas: el nuevo coronavirus se transmite entre humanos.
Frédéric Lemaître, corresponsal de 'Le Monde' en Pekín, viene ofreciendo el contrapunto a las declaraciones de George Gao a 'Science'. Su encadenamiento de evidencias lleva hasta un oftalmólogo de hospital de triste suerte, Li Wenliang, que el 30 de diciembre de 2019 traslada a sus colegas: «Siete casos de SRAS en el mercado de Huanan». En rojo la expresión de Ai Fen: «Coronavirus-SRAS». Uno de estos mensajes es lo que encuentra Gao Fu. El 31 de diciembre mandó a nueve personas a Wuhan en el vuelo de las 6.45, explica Lemaìtre. El mismo 31 de diciembre, China previene a la Organización Mundial de la S alud. Tedros Adhnom Ghebreyesus, director general de la OMS, elegido en 2017 bajo los auspicios de Pekín, aplaza 'sabiamente' la declaración de pandemia.
El relato de esta tragedia universal no puede quedar a cargo del régimen chino. El despliegue de China en los frentes humanitarios, comerciales, no alivia el estrés mayúsculo de los pueblos de la Tierra. Por muchos aviones de mascarillas, trajes de protección, respiradores, tests de detección precoz regalados, especialmente a sus socios de las 'rutas de la seda', véase Italia, la operación de propaganda del presidente Xi Jinping reluce.
La conmoción del coronavirus-2 está muy lejos de su fin. Las enseñanzas del doctor Gao tienen poco de ventaja cuando los países concernidos son democráticos; cuando sus políticos se deben a la transparencia y control de cualquier plan de actuación, al mantenimiento del Estado de Derecho y a la preservación de cuantas conquistas personales derivan del Estado de 'antes'. Las estrategias de Gao son parcialmente aprovechables: su falta de prisa en compartir la información con la comunidad científica es «porque se trata de un asunto de salud pública y nosotros debemos pues esperar al anuncio de los poderes públicos. Nadie quiere provocar el pánico, ¿no es así?».
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