No tan peligrosa

Esta semana el Museo del Prado ha inaugurado una sala con obras de reconocidos pintores que imitaban a otros artistas. Estas copias no generan ningún problema cuando el propio copista sugiere con algún detalle la intención falsaria. Es lo que aporta el genial Luca Giordano con una obra en la que emula el estilo de Rafael. Ahora bien, ¿qué pasa cuando la atribución de un cuadro no está clara o cuando los especialistas no se ponen de acuerdo ni con respecto al estilo o los brochazos, ni tampoco con el análisis de los pigmentos, de su fecha, etc.? Y no digamos nada cuando se trata de pinturas de taller, en las que resulta muy difícil certificar lo que es del maestro y del ayudante. Pues bien, hace poco se ha confirmado casi plenamente que la llamada 'Brècy Tondo', la pintura ovalada de una Virgen con niño sobre la que se lleva discutiendo desde hace 40 años la posible autoría de Rafael, es con una probabilidad del 97% una obra pintada por el genio del Renacimiento.

La rotundidad de la atribución ha sido posible gracias a un programa de reconocimiento facial que emplea IA, mediante el que se ha demostrado que el rostro de la Virgen es idéntico al de 'La Madonna Sixtina', otra conocida obra del pintor de Urbino. Seguramente son fundados algunos temores sobre la posibilidad de que sin una estricta regulación la IA pueda 'laminar' la propiedad intelectual. Pues quizás, pero ya ven la maravilla de utilizarla en causas más provechosas, como saber si 'El Coloso' es o no de Goya o si un discutido retrato de Felipe III es o no de Velázquez.

Pronto se conocerá el nombre del sustituto de Richard Armstrong en la Fundación Guggenheim, cuestión importante para Bilbao, dado que -según la empresa Isaacson, Miller, la encargada de la búsqueda- el nuevo director «será responsable de las relaciones contractuales con el museo vasco, participando en su gestión, en su programa expositivo y en sus adquisiciones». Este nombramiento en una institución sometida en los últimos años a cambios en su patronato, en su estructura de gestión o incluso en su filosofía curatorial puede dar algunas pistas sobre los nuevos rumbos de la práctica museística. Según la prensa norteamericana, en la selección habría cuatro finalistas, tres mujeres y un hombre: Madeleine Grynsztein, del Museo de Arte de Chicago; Melissa Chiu, del Hirshhorn; Franklin Sirmans, actual director del Perez Art Museum de Miami y Jessica Morgan, de la Dia Art Foundation.

El ecoactivismo radical y su efecto llamada siguen campando a sus anchas en el ámbito cultural, por mucho que en algunos países europeos se anuncien sanciones penales de cierta envergadura. Tras los desmanes en los museos con el pegamento o la sopa de tomate, ahora el último grito no es otro que la interrupción de conciertos de música sinfónica y óperas con el despliegue de pancartas o con la invasión del escenario para proclamar a gritos el riesgo climático. Se ha visto estas semanas en el Albert Hall de Londres durante la inauguración de los Proms o también en el festival de ópera de Glyndenbourne, justo en medio de la representación de 'Diálogo de Carmelitas'. Lo de pretender alcanzar las metas de protección del clima mediante acciones que no se alinean con los procesos democráticos está fuera de lugar y encima es contraproducente en cualquier caso. Lo es cuando se rocía de pintura un megayate o un Lamborghini, pero mucho más cuando se dice querer conservar la naturaleza violentando la conservación de la herencia cultural. Un disparate, ya lo digo.