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EFE
La encrucijada venezolana

La encrucijada venezolana

Quizá hay que empujar con prudencia a Maduro a comprender que es absurdo atrincherarse en el poder

Martes, 5 de febrero 2019, 00:35

La situación en Venezuela hace mucho tiempo que dejó de ser normal. Hace siete años, cuando todavía vivía Chávez, en Caracas las cartas de los restaurantes eran ya imaginarias: más de la mitad de los platos que ofrecían no podían cocinarlos por falta de ingredientes. ... No hablamos de ingredientes exóticos: en algún caso lo que faltaba, pura y simplemente, era el aceite. Ya entonces a Venezuela le incumbía el dudoso honor de ser uno de los países con más alta cifra de homicidios del mundo: supera las cifras de México, que tiene cinco veces más población y una narcoguerra que dura ya décadas. Y un detalle nada desdeñable: más del 90% de las muertes quedan impunes, lo que viene a ser una suerte de siniestro incentivo para resolver mediante el asesinato cualquier controversia. Se trata, en su inmensa mayoría, de muertes a balazos. Y si le preguntas a un periodista especializado cómo es posible que haya tantas armas en manos de los delincuentes, o los malandros, como allí se les llama, se encoge de hombros y te dice que muy fácil, que se las vende la propia policía. Los opositores al régimen sugieren que, a cambio de las armas y la impunidad, los criminales sirven como fuerza de choque al Gobierno para reprimir a la disidencia.

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