La Encuesta de Población Activa (EPA) correspondiente al segundo trimestre del año arrojó una pérdida de casi 1,1 millones de empleos, un dato sin precedentes en la serie estadística que deja el número de ocupados reducido a 18,6 millones de personas. Da idea ... de la sacudida la comparación con el momento más duro de 2009, el peor año de la crisis financiera, que volatilizó 800.000 trabajos. Ahora, la pérdida de empleo viene derivada de las restricciones de movilidad y la paralización parcial o total de muchas actividades económicas durante el periodo de confinamiento.
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En realidad, la cifra podría haber sido mucho peor si no se hubieran adoptado medidas como los ERTE que han contenido la destrucción de puestos de trabajo durante la hibernación. El dato de la EPA que mejor explica lo ocurrido es el de las horas trabajadas cada semana, que se ha reducido un 22,5% y que incluye tanto la desaparición de empleos como la reducción de jornada de una parte de los trabajadores. El número de parados no es expresivo en esta ocasión de la situación porque para considerar 'parado' a un trabajador este ha de encontrarse en búsqueda activa de empleo, lo que no sucedía en plena reclusión domiciliaria. Así las cosas, el desempleo del 15,3% (3,37 millones de parados) es irreal.
El impacto del virus y el confinamiento ha provocado que muchas personas hayan pasado del empleo a la inactividad, abandonando la búsqueda de trabajo. El más de un millón de puestos de trabajo destruidos en el trimestre representa un deterioro del mercado laboral sin precedentes en la serie histórica de la EPA, y eso que el golpe se ve amortiguado por las regulaciones temporales. Más del 64% de los trabajadores afectados por un ERTE, 2,2 millones, ya se han reincorporado a sus ocupaciones. Es cierto que el segundo trimestre corresponde a las peores semanas de la pandemia. Sin embargo, los rebrotes que se están produciendo no permiten ser muy optimistas respecto a la recuperación económica porque retraen el consumo y la demanda, y el sector turístico, auténtico motor de empleo, saldrá muy dañado esta temporada.
Es preciso mantener el apoyo al mercado laboral, tanto a empresas como a trabajadores, con acciones acordadas a través del diálogo social. Y concentrar la atención en el sector servicios y en mujeres y jóvenes, los más perjudicados por esta devastación.
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