El Parlamento Europeo se mostró ayer favorable a atender el suplicatorio del Tribunal Supremo español y retirar la inmunidad a Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí. Tras un año de discusiones, resolvió que las causas judiciales que pesan sobre el expresidente de la Generalitat ... y sus dos exconsejeros nada tienen que ver con su actuación como eurodiputados, una situación a la que llegaron cuando ya estaban -o precisamente porque ya estaban- huidos de la acción directa de la Justicia española. Los afectados se jactaron ayer de que un 42% de la Cámara de Estrasburgo no secundó la medida. Resulta ciertamente preocupante que tantos eurodiputados -que suman grupos de izquierda, soberanistas y de extrema derecha- mantengan una postura tan comprensiva hacia los representantes del independentismo catalán y cuestionen en el fondo que la España constitucional sea un sistema de garantías. Y más preocupante que así se pronuncie uno de los socios del Gobierno español, Unidas Podemos.
Publicidad
En el fondo, quienes votaron a favor de la inmunidad se sienten legitimados para contravenir, desde el Legislativo europeo, la actuación de jueces y tribunales nacionales. El parecer al respecto del Tribunal de Justicia de la UE será definitivo para situar a Puigdemont y sus exconsejeros bajo la jurisdicción española o no. Y crucial para determinar hasta qué punto ha de ser obligatoria la asunción como propias de las resoluciones judiciales dictadas en otro país miembro. La iniciativa del magistrado del Supremo Pablo Llarena de promover una cuestión prejudicial ante la Corte europea resulta más que pertinente. No tendría sentido obcecarse en reclamar la extradición de Puigdemont y Comín ante la Justicia belga, y la de Ponsatí ante la escocesa -cuando además esta última lleva un año autoexiliada en Bélgica- previamente a una resolución general del tribunal con sede en Luxemburgo.
Es inevitable que se dilate el litigio y que la judicialización del conflicto continúe siendo eso que el independentismo catalán denuncia mientras lo convierte en parte nuclear de su estrategia victimista. También es inevitable que, a cuenta de la retirada de su inmunidad parlamentaria, Puigdemont recupere protagonismo en las negociaciones para la formación del nuevo Gobierno de la Generalitat. Pero el Estado de Derecho no puede dejarse llevar por prisas que conduzcan a ninguna parte.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.