La verdad con mayúsculas
Editorial ·
El reconocimiento del Gobierno vasco anima a las víctimas de los atentados de ETA sin resolver a perseverar en su empeñoel correo
Sábado, 18 de diciembre 2021, 00:03
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Editorial ·
El reconocimiento del Gobierno vasco anima a las víctimas de los atentados de ETA sin resolver a perseverar en su empeñoel correo
Sábado, 18 de diciembre 2021, 00:03
La construcción de una convivencia normalizada tras las heridas dejadas en la sociedad por el fundamentalismo asesino de ETA constituye una tarea de largo aliento en la que los pasos dados desde la desaparición de la banda no pueden ser despreciados, aunque resultan claramente insuficientes. ... Falta la asunción, por parte de quienes lo practicaron o justificaron, de que el terrorismo nunca debió existir. También la elaboración de un relato ajustado a la realidad de que la violencia no fue fruto de un supuesto conflicto político, sino una estrategia de exterminio y amedrentamiento para imponer por la fuerza un proyecto totalitario. Y saldar la deuda contraída con las víctimas hasta satisfacer plenamente el derecho que les asiste a la memoria, la verdad, la dignidad y la justicia.
Ese derecho es una ausencia singularmente sangrante en el caso de los damnificados de los más de 300 crímenes de ETA aún por esclarecer, que ni siquiera han tenido el mínimo resarcimiento que supone la identificación de los culpables, su puesta a disposición de la Justicia y el cumplimiento de las penas que les correspondan en aplicación de la ley. A ellos arropó ayer el Gobierno vasco a través de la entrega a una veintena de víctimas de 'cuadernos de la memoria' individualizados con el material disponible sobre cada uno de esos atentados. Un reconocimiento institucional que, sin disipar su dolor, supone un reconfortante empujón a su empeño por conocer la realidad. «En nombre de este país os queremos decir alto y claro que fuísteis injustamente asesinados» por «la barbarie y la sinrazón de ETA», proclamó la consejera Beatriz Artolazabal. Horas antes, el lehendakari se expresó en términos similares en el Parlamento en una alusión implícita a las carencias del camino recorrido por la izquierda abertzale para desmarcarse de su turbio pasado.
La contundencia de tales mensajes es bienvenida. «La verdad con mayúsculas, sin adjetivos», que, como bien dijo Artolazabal, merecen las víctimas es incompatible con cualquier conato de blanqueamiento del terror y de quienes lo jalearon. Alcanzar esa verdad es una exigencia ética que requiere un redoblado esfuerzo del Estado de Derecho por despejar los interrogantes que todavía pesan sobre un 40% de los asesinatos de ETA, aunque hayan prescrito. Pero también una intensa labor pedagógica para reducir el 16% de jóvenes que todavía justifica el uso de la violencia con fines políticos, según el Deustobarómetro.
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