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- EDITORIAL - ·
La exitosa presencia de la Vuelta en Euskadi, que empieza a hacerse habitual, es una señal de normalidad y pragmatismo institucionalEl Correo
Jueves, 25 de agosto 2022, 00:04
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La exitosa presencia de la Vuelta en Euskadi, que empieza a hacerse habitual, es una señal de normalidad y pragmatismo institucionalEl Correo
Jueves, 25 de agosto 2022, 00:04
La pasión existente en Euskadi por el ciclismo, manifestada desde hace generaciones en la masiva presencia de aficionados en las principales competiciones del calendario internacional, ... justifica su destacado protagonismo en la presente edición de la Vuelta, que regresó hace una década tras un prolongado paréntesis. Decenas de miles de personas la volvieron a demostrar ayer al tomar las carreteras para seguir la etapa entre Irún y Bilbao, que finalizó en una Gran Vía abarrotada, tras pasar en dos ocasiones por el alto del Vivero y recorrer varios municipios vizcaínos y guipuzcoanos. El pelotón cubrió el martes un trayecto entre Vitoria y Laguardia también con una extraordinaria asistencia de público. Hoy parte desde la explanada de San Mamés después de tres jornadas en nuestro territorio, cuyo enraizado sentimiento por las dos ruedas ha enfatizado el director de la prueba, Javier Guillén.
Albergar este acontecimiento deportivo de primer orden constituye un premio a una hinchada entusiasta hasta el límite. Supone, además, un símbolo de gozosa normalidad tras la desaparición del terrorismo de ETA. La misma normalidad con la que ciudadanos de toda condición e ideología han recibido la llegada de una competición a la que solo una minoría radical mira con recelo por llevar en su nombre la palabra «España». Y representa también una magnífica plataforma de proyección exterior para Euskadi, que permite exhibir sus atractivos dentro de una estrategia destinada a generar riqueza a través de la captación de turismo. La decidida apuesta del nacionalismo institucional por la Vuelta, obviando tentaciones identitarias, empieza a hacerla habitual entre nosotros y es una señal de inteligente pragmatismo.
El espectáculo ciclista que ha acogido con éxito Euskadi sirve de antesala a un salto cualitativo en ese terreno. En un hecho sin precedentes, el Tour de Francia del próximo año saldrá de Bilbao, donde acabará su primera etapa; la segunda unirá Vitoria y San Sebastián y la tercera partirá de Amorebieta para finalizar en Baiona. La Grande Boucle ejercerá así de privilegiado escaparate de nuestra comunidad en todo el planeta gracias a una inversión de las administraciones cuyos frutos no siempre son inmediatos, pero que suelen acabar por hacerse visibles, según enseña la experiencia. Para comprobarlo, basta observar nuestras calles en un verano que presumiblemente cerrará con un récord de visitantes.
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