El Primero de Mayo volvió a verse condicionado ayer por la pandemia tanto en la asistencia a las manifestaciones -limitada por las medidas preventivas vigentes- como en los mensajes de los sindicatos ante la aguda crisis económica que azota el país. La persistente demanda de ... una mejora en la calidad del empleo -una necesidad objetiva- ha cobrado fuerza ante el brusco deterioro del mercado de trabajo desde la irrupción del virus y el retraso de la recuperación a causa de las sucesivas olas epidémicas. La derogación de la reforma laboral, el blindaje de unas pensiones dignas y el refuerzo de los servicios públicos, cuyo valor estratégico ha quedado de manifiesto con la llegada del covid, fueron los ejes de la jornada. Los discursos de los líderes sindicales dejaron entrever una creciente decepción con el Gobierno de Pedro Sánchez que, pese a ser proclive a sus intereses, no acaba de satisfacer sus demandas, ya sea por la presión de Bruselas, diferencias de criterio o la voluntad de alcanzar acuerdos que no ignoren a la patronal. En Euskadi, ELA y LAB exhibieron su beligerancia contra el Ejecutivo vasco dentro de una estrategia de confrontación que la crisis amenaza con radicalizar.
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