Los aficionados españoles recordarán los Oscar de este año por el reconocimiento al director del corto 'El limpiaparabrisas', Alberto Mielgo, y la triple decepción de las candidaturas desairadas de Alberto Iglesias, Penélope Cruz y Javier Bardem. Y los de todo el mundo guardarán para siempre ... el bochorno de la bofetada en directo de Will Smith a Chris Rock, minutos antes de recibir el premio al mejor actor y ofuscado por una broma que el conductor de la gala había hecho sobre el aspecto físico de su esposa. Puede discutirse sobre la idoneidad de aludir en tono jocoso a las consecuencias de una enfermedad en el cabello de Jada Pinkett Smith, pero el clamor contra la violencia, la grosería y el tufo mesiánico con el que Will Smith quiso revestir su intolerable comportamiento lo acompañarán en los todavía largos años que le resten de carrera. En una edición de perfil artístico muy bajo y sin apenas mención a la grave crisis mundial que está generando la guerra de Ucrania, uno de los grandes protagonistas trató de legitimar una agresión como «defensa» de su familia, en una exhibición de machismo, agresividad y ordinariez que revela un Hollywood dolorosamente ensimismado.
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