Mónica Oltra consumó ayer una dimisión en diferido de sus cargos en el Gobierno valenciano y en las Cortes regionales. En diferido porque la delicadísima tesitura en la que la ha colocado su imputación judicial por encubrir presuntamente los abusos de su exmarido a una ... menor bajo la tutela de la Consejería de Igualdad que ella dirigía no le dejaba otra alternativa que la renuncia, por más que el viernes optara por aferrarse a su posición institucional y el sábado recibiera un bochornoso homenaje de Compromís. Oltra tiene todo el derecho a reivindicar la presunción de inocencia que le asiste constitucionalmente. Pero no a presentarse como la víctima de una persecución bajo supuestos y espurios intereses políticos cuando la víctima genuina de este episodio es la adolescente de 14 años de la que abusó un educador, expareja de la entonces consejera, condenado por sentencia de la Audiencia Provincial y del Tribunal Superior. Que ni la ahora dimitida ni tampoco sus afines en la izquierda aludan a la gravedad de los hechos acreditados judicialmente contraviene los principios abanderados en un terreno tan sensible como la vulneración de la intimidad de las mujeres.

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