Nadal frente a Djokovic

La pretensión de Novak Djokovic de entrar en Australia y jugar su Abierto de tenis sin certificar su vacunación ni aportar una exención médica válida que justifique tal excepcionalidad ha alentado despropósitos inadmisibles en tiempos de pandemia tanto por la insistencia del número uno mundial ... de ese deporte en sortear o vencer las normas anticovid del país como por las llamadas a la movilización de los serbios y el conflicto diplomático generado por sus familiares y el Gobierno de Belgrado. Quizás los antivacunas cuenten ya con un deportista de élite al que emular en su obstinación contra la salud pública. Pero ni el éxito ni la fama personal de nadie pueden pesar más que el interés común de todos los seres humanos. Los deportistas de primer nivel no tienen deber alguno de comportarse de manera ejemplar hacia el resto de los mortales. Pero no pueden verse eximidos de la obligación de cumplir las normas establecidas ni pretender privilegio alguno por la admiración que susciten sus hazañas en los terrenos de juego. Rafa Nadal no quiso ser ejemplar ayer, solo un ciudadano consecuente, al recordar a Djokovic que «el mundo ha sufrido ya bastante como para no seguir las reglas».