Sin mascarilla, prudencia
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El próximo fin de la obligatoriedad del protector en el transporte exige mantener la vigilancia y la vacunación de los más vulnerablesel correo
Lunes, 30 de enero 2023, 03:31
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El próximo fin de la obligatoriedad del protector en el transporte exige mantener la vigilancia y la vacunación de los más vulnerablesel correo
Lunes, 30 de enero 2023, 03:31
Las mascarillas dejarán de ser obligatorias en el transporte público una vez que el Consejo de Ministros del 7 de febrero dé luz verde a la propuesta de la ministra de Sanidad, Carolina Darias. Pese a la recomendación europea, España es uno de los pocos ... países que mantiene una restricción en la vida cotidiana por la que se siente penalizado el negocio turístico, cuando los datos epidemiológicos ya indicaban en los últimos meses una clara tendencia descendente en las infecciones. Hace prácticamente un año que esta protección dejó de ser obligatoria en entornos exteriores y dos meses después en interiores, salvo centros sanitarios y movilidad colectiva.
Todo apunta a que 2023 puede ser el año del fin de la pandemia si se cumplen las pautas históricas que indican que una situación de este tipo dura entre dos y tres años. Así fue en el caso de la llamada 'gripe española' de principios del siglo XX y las de los años 50 y 60. El hecho es que la epidemia no cesa de retroceder mientras baja el número de casos y de test positivos. El virus encuentra resistencia entre la población porque las vacunas y los contagios le impiden progresar una vez que la mayoría de los ciudadanos ha tenido contacto con el patógeno mediante la inmunización o la enfermedad y ha desarrollado defensas eficaces. Los casos graves están disminuyendo y la Organización Mundial de la Salud parece lista para levantar la emergencia por Covid-19 declarada el 30 de enero de 2020.
Pero también sería prematuro afirmar que estamos ante la derrota definitiva de la pandemia. Eso solo se podrá constatar con el paso de los años. Mientras tanto el covid sigue siendo un adversario peligroso para las personas de salud frágil o los no vacunados. Por eso no se puede relajar la vigilancia ni la inmunización de los más vulnerables, porque las vacunas protegen contra los síntomas más graves y contribuyen a frenar la extensión del contagio. La medida de mantener la obligatoriedad de la mascarilla en centros sanitarios y sociosanitarios parece una decisión prudente en ámbitos donde el virus, todavía activo, podría hacer más daño. La mascarilla ha sido un elemento muy útil y seguirá siéndolo. Aunque deje de ser preceptiva, la cautela aconseja que las personas con sintomatología respiratoria o en contacto con pacientes vulnerables ante virus de este tipo sigan utilizándola para extremar las garantías ante un mal en franco retroceso pero que no ha desaparecido.
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