La estrategia de acercamiento al PSOE ensayada por Ciudadanos desde que Inés Arrimadas asumió las riendas del partido tenía la lógica de intentar resituarlo en el centro para ejercer de bisagra que inclinara las mayorías a derecha o izquierda, según el caso. Es decir, un ... regreso a sus planteamientos originales. El batacazo sufrido en las últimas elecciones generales no le dejaba muchas más alternativas para sobrevivir. Pero los riesgos de tal apuesta eran evidentes en un panorama político caracterizado por la polarización y el frentismo. La inexplicable cesión de Pedro Sánchez a Pablo Iglesias de la búsqueda de mayorías para aprobar los Presupuestos ha permitido al líder de Unidas Podemos torpedear un eventual acercamiento entre el Gobierno y la fuerza naranja al primar los acuerdos con ERC y EH Bildu en detrimento de un giro hacia la moderación. La mano tendida de Arrimadas se queda así sin nadie que la estreche. Y su espacio político, reducido tras el viraje escenificado por el PP al desmarcarse abiertamente de Vox. La presidenta de Ciudadanos ha cometido errores y podido pecar de ingenuidad, pero no merece el tono chulesco y ventajista con el que la ha atacado Albert Rivera.

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