Más de 11.000 deportistas afrontan ya en Tokio el reto de sus vidas. En los XXXII Juegos Olímpicos, inaugurados oficialmente ayer, no solo habrán de medirse con los mejores en sus respectivas disciplinas, sino que tendrán que darlo todo contra un enemigo que durante ... los últimos dieciséis meses ha trastocado sus planes de preparación y les ha obligado a aplazar durante un largo año sus sueños de gloria. La amenaza del coronavirus preside todos sus pasos, les priva del estímulo de la convivencia con compañeros de todos los continentes, les hurta los aplausos que espolean el éxito y la solidaridad en la derrota. La gran cita de la capital nipona ha logrado echar a andar frente a la amenaza de la pandemia y ahora, ayudada por una multimillonaria inversión en medidas de protección, aspira a sacudirse el estigma del miedo para pasar a la Historia por los récords batidos, el brillo de las medallas y el triunfo de la resistencia. Conseguirlo exige convencer al propio Japón y al resto del mundo de la oportunidad de rentabilizar un presupuesto de 13.400 millones gracias a la exhibición de un espectáculo igualitario, sostenible y en la vanguardia tecnológica.

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