
La secuencia de la doble moción de censura anunciada en Murcia -contra el Gobierno regional y el alcalde de la capital-, seguida del registro de ... otras en la Comunidad de Madrid y Castilla y León mediatizadas, a su vez, por la convocatoria de elecciones anticipadas por parte de Isabel Díaz Ayuso revela una preocupante inmadurez en la política partidaria. Tras echar a rodar una iniciativa tan desestabilizadora, Inés Arrimadas y otros dirigentes de Ciudadanos trataron de preservar su inocencia alegando que lo de Murcia debía quedarse en Murcia y que no tenían intención alguna de secundar las otras iniciativas contra el PP. Mientras, altos cargos socialistas se hacían los sorprendidos ante la reacción de la presidenta madrileña, a la que acusaron de aprovechar la ocasión para hacer lo que quería: adelantar las autonómicas.
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Nada resulta más inmaduro en el ejercicio de la política que sacudirse las responsabilidades contraídas cuando van mal dadas. Parecía evidente que Ayuso acariciaba la idea de disolver la Cámara regional. Por eso mismo ni PSOE ni Ciudadanos pueden simular indignación cuando el miércoles le ofrecieron el motivo que precisaba para hacerlo: el temor razonable de que podía ser objeto de una moción de censura. El lema con el que la 'baronesa' ha inaugurado la campaña electoral, «Socialismo o libertad», su negativa a cumplir con el cierre territorial de cara a Semana Santa y su consideración de que «el hombre sufre incluso más agresión que nosotras» revela hasta qué punto el movimiento sísmico de los últimos días amenaza con devolver la política española a sus momentos de mayor polarización y fragmentación partidaria, en tanto que induce el vaciamiento del centro.
Si Ciudadanos intentaba recuperar terreno a través de Murcia, le costará recobrar la credibilidad perdida en una maniobra fuera de control. Si el PSOE buscaba embaucar al partido de Arrimadas para así variar la geometría de sus alianzas, tras lo ocurrido es muy probable que no tenga más remedio que contentarse con el siempre incierto bloque de la investidura. Y si el PP de Casado había resuelto virar su papel de oposición frente al Gobierno de Sánchez hacia posiciones más moderadas y constructivas, se verá en la paradójica tesitura de preservar un mínimo de sintonía con lo que reste de la formación naranja si no quiere acabar cautivo de Vox. Solo cabe esperar que el clima de inestabilidad resultante no vaya mucho más allá de la pugna electoral en Madrid.
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