El salvaje atentado en el que un hombre asesinó ayer con un cuchillo a tres personas -una de ellas, decapitada- en una iglesia de Niza representa un nuevo desafío del terrorismo islamista a los valores democráticos más elementales. Ese ataque indiscriminado contra fieles católicos confirma ... que Francia ha sido puesta de nuevo en el foco de la barbarie por los enemigos de la libertad y la convivencia, lo que ha empujado a su Gobierno a elevar la alerta antiterrorista a su nivel máximo y anunciar una respuesta «firme, implacable e inmediata». Resulta preocupante que la ofrecida después de que un profesor fuera degollado hace dos semanas tras exponer en clase las caricaturas de Mahoma de 'Charlie Hebdo' haya encendido una guerra diplomática con países musulmanes que confundieron la ofensiva contra el yihadismo con una dirigida contra el islam. Frente a los discursos del odio, las libertades han de ser defendidas con la máxima fortaleza y sin brindar la menor excusa que sirva para agitar el avispero integrista. No es solo Francia, sino todo Occidente quien debe protegerse ante un fanatismo que ha convertido en potencial víctima del terror a quienes no comparten un ideario basado en la intolerancia.
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