Fortaleza contenida

Las campas de Foronda volvieron a ser el escenario del Alderdi Eguna del PNV. Después del paréntesis obligado por la pandemia, la recuperación de la normalidad permitió a los jeltzales celebrar el día de su partido y exhibir su clásica síntesis entre el carácter festivo ... y el reivindicativo. Lo hicieron con un mensaje que pretende superar por elevación la dinámica de bloques que atrapa hace tiempo la política española. «Ni Sánchez ni Feijóo, nuestro único lado es Euskadi», afirmó el presidente del EBB, Andoni Ortuzar, en un alarde de equilibrismo dialéctico y de voluntarismo dirigido al consumo interno. Los peneuvistas transmitieron gran capacidad de movilización de su comunidad militante, conscientes de la importancia que tiene mostrar músculo de fortaleza ante la actual incertidumbre. La formación se ha marcado el objetivo de dar el do de pecho ante los urgentes retos que afronta el País Vasco que, como señaló el lehendakari Urkullu en el Pleno de Política General, no es una isla en un contexto europeo marcado por las serias dificultades económicas derivadas de la guerra de Ucrania y el aumento de la inflación. Más allá de ensoñaciones identitarias o retóricas obligadas por la liturgia, el nacionalismo institucional vasco es el primero que sabe que debe acreditar un anclaje muy sólido con el principio de realidad para superar los severos temporales que se avecinan. El esfuerzo que anunció Ortuzar para hacer frente a los desafíos de la gestión y a la atención de las necesidades de ciudadanos y empresas va en esa dirección. Pero, a la vez, los jeltzales no pueden renunciar a su identidad nacionalista y ponen encima de la mesa la necesidad de completar el autogobierno, y de definir un modelo de relación con el poder central que satisfaga su reivindicación de plurinacionalidad. Es un argumento de exigencia permanente que forma parte de su ADN y de su táctica para asentar su espacio. Lo relevante es encauzar la complejidad territorial a través de la negociación y el acuerdo frente a cualquier dinámica unilateral que sólo conduce al fracaso y a la frustración. En este momento, el 'péndulo patriótico' que caracteriza la historia del PNV apunta a un pragmatismo obligado por las circunstancias. Es posible que los próximos comicios municipales y forales distorsionen el foco siquiera temporalmente. Pero nadie que quiera asentarse como un exitoso proyecto de centralidad, mayorías y gestión eficaz puede ni debe salir de ese carril.