La presencia de Volodímir Zelenski en Madrid, recibido por Felipe VI a su llegada, acercó a los españoles a las vicisitudes de un país que lleva más de dos años defendiéndose frente a la agresión de la Rusia de Putin; a una nación encarnada en ... un presidente que no deja de vindicar la europeidad de Ucrania y su compromiso democrático. La metáfora más elocuente de una situación inconcebible, el riesgo que corre un mandatario europeo elegido en las urnas de ser liquidado en cualquier momento porque el Kremlin más imperialista desde la disolución de la URSS considera que el Estado ucraniano no tiene razón de ser.
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El presidente del Gobierno y Zelenski suscribieron tres acuerdos que Pedro Sánchez describió como el de «la seguridad», el de «la paz» y el de «la reconstrucción» del país invadido. El primero, que supone una ayuda en material militar de 1.100 millones para este año, apela a una urgencia de semanas para que una cuantía nunca desdeñable, pero limitada respecto a la capacidad de nuestro arsenal operativo y de la industria española, contribuya a frenar una ofensiva rusa que tendería a prolongarse durante el verano. La conferencia de paz auspiciada por Suiza, que no contará con la participación de Moscú, servirá el próximo mes para dibujar un horizonte duradero sujeto al derecho internacional. Solo que dependerá del poder persuasivo de los aliados de Ucrania respecto a las obsesiones de Putin. Reconstruir el país suena al negocio que sigue a cada destrucción bélica. Sin duda requerirá del concurso activo también de las empresas españolas. Pero, sobre todo, de la aportación de los ucranianos que sobrevivan a lo peor lejos de sus lugares de origen. De que encuentren estímulos de vuelta a su tierra.
El presidente insistió, extrañamente, en que el acuerdo suscrito en La Moncloa es el décimo de los rubricados por Zelenski con otros tantos gobiernos. Trasladando así a sus socios de investidura que el Ejecutivo de progreso simplemente se adhiere a una corriente ineludible. Pero la inasistencia de tres formaciones independentistas -EH Bildu, ERC, y BNG- y de Podemos al saludo en las Cortes a Zelenski evidencia el significado que la defensa de la soberanía nacional representa para quienes mantienen una sintonía injustificada con la autocracia de Putin. Mientras Pedro Sánchez consigna tales desavenencias en el respaldo gubernamental como un asunto menor, cuando se refieren a la existencia misma de Europa.
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