Agosto suele ser un periodo negativo para el empleo al coincidir el final de la temporada turística alta y las bajas masivas de contratos en la enseñanza. Este año se ha repetido ese patrón, pero con mayor intensidad y después de que julio ya ofreciera ... síntomas de cierto agotamiento. El resultado ha sido la destrucción de 193.704 ocupaciones y un aumento de 21.884 parados en España. Euskadi ha mostrado un comportamiento peor, con 15.567 cotizantes menos -un batacazo sin precedentes en la serie histórica- y 3.298 inscritos más en Lanbide, lo que se explica solo en parte por el menor peso del sector servicios en el tejido productivo vasco. Un verano decepcionante ha devorado así una proporción apreciable de los avances acumulados en los últimos meses precedentes pese al sostenido empuje del turismo. Tan evidente parece que la creación de puestos de trabajo ha perdido fuelle como que es prematuro hablar de un cambio de tendencia. Resultaría ingenuo, sin embargo, pensar que la bonanza económica en la que se ha basado la escalada del empleo se mantendrá por sí sola, lo que pone el foco en la necesidad de disponer de unos Presupuestos que extraigan el máximo provecho de los fondos europeos.
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