Casi 1,8 millones de vascos están convocados hoy a las urnas para decidir la composición de sus ayuntamientos y de las Juntas Generales. La distribución de fuerzas en estas últimas determinará, a su vez, el control de las tres diputaciones forales. De la elección ... de los representantes en las instituciones más cercanas dependerán las políticas que se apliquen durante los cuatro próximos años en cada municipio y territorio histórico en cuestiones esenciales para la vida diaria que abarcan desde la seguridad ciudadana y las ayudas sociales hasta la fiscalidad, la atención a los mayores y otros servicios básicos. Las múltiples alternativas en liza sobre esas materias y otras de extraordinaria relevancia para el conjunto de la ciudadanía hacen particularmente necesario el ejercicio del derecho al voto. Una responsabilidad democrática que pone en manos de la población el diseño del futuro: las fórmulas para encarar los principales problemas que la aquejan y cuáles deben ser las prioridades de las administraciones en una coyuntura convulsa tras las crisis desatadas por la guerra en Ucrania y la pandemia.

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Nada está predeterminado ni puede darse por seguro. El escrutinio de esta noche, continuista o rupturista, será el fruto de lo que libremente hayan manifestado los electores con sus papeletas tras enjuiciar la gestión de los mandatarios locales y las propuestas con las que se presentan los distintos candidatos. Cuanto mayor sea la participación, de forma más fidedigna retratarán los resultados las diversas aspiraciones, deseos y sensibilidades que conviven en una Euskadi plural; es decir, mejor quedará reflejada la verdadera voluntad popular. Ningún voto es prescindible. Todos son precisos para dibujar con la máxima exactitud el auténtico sentir de la sociedad. La amplitud de partidos de las más variadas ideologías que compiten en las urnas dan pie a que todas las opiniones -incluidas las muy minoritarias- pueden verse representadas en alguna de las listas que pugnan por el voto.

Euskadi tiene por delante grandes desafíos que en parte están a expensas del veredicto que arrojen hoy las urnas. La renuncia a participar en ellas equivale a dejar al criterio de los demás la salida a preocupaciones que son de todos y cuyas eventuales vías de solución a todos afectan. Hay demasiado en juego como para declinar la posibilidad de que la voz propia sea tenida en cuenta. Por eso, lo responsable es votar.

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