
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, brindó ayer un triunfo a Vladímir Putin que parecía inimaginable cuando el autócrata ruso decidió hace tres años ... acabar con una Ucrania independiente. La humillación a la que el inquilino de la Casa Blanca quiso someter a Volodímir Zelenski desborda no solo la diplomacia obligada en encuentros entre mandatarios que hayan decidido citarse, por distantes que sean sus puntos de partida. Revela la arrogancia subyugante con la que Trump pretende redibujar un mundo que quiere a sus pies. Ni siquiera concedió un punto de consideración ni un mínimo de empatía hacia los ucranianos que en este tiempo, y en lucha cuerpo a cuerpo contra la leva de combatientes rusos a los que se han sumado soldados norcoreanos, han representado la defensa de las democracias liberales frente a una recreación postsoviética del zarismo.
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Trump no solo quiso humillar a Zelenski, al que pretende revocar a distancia para así allanar el terreno limítrofe a Rusia. En el día señalado para cerrar el «negocio» de las 'tierras raras', el mandatario de EE UU se desató. En el fondo, parece decidido a hacerse con Ucrania entera para compartirla, si acaso, con la Rusia de Putin. También ayer el presidente de Francia, Emmanuel Macron, admitió que había vuelto desesperanzado de su visita a la Casa Blanca, en la que ya afloró la voluntad del magnate por presentar a los líderes europeos subordinados a su propio interés.
Pero la bronca escenificada ayer en público ante las cámaras de medio mundo, propagada por las intervenciones incendiarias del vicepresidente J. D. Vance, demostró el desprecio de Trump hacia Ucrania y sus aliados europeos. La cita de Washington se convirtió en una encerrona. Una trampa que Zelenski no podía soslayar en medio del desvarío estadounidense a favor de que Moscú continúe su expansión.
El régimen de Putin quedó ayer eximido de responsabilidad en las hostilidades desde el momento en que Trump acusó al Gobierno ucraniano de «jugar con la tercera guerra mundial». El trato vejatorio al que fue sometido Zelenski en el Despacho Oval supone un peligroso aviso a navegantes: el presidente de EE UU es capaz de pedir réditos sin límite a aquellos países a los que haya prestado apoyo. Una amenaza que abre un horizonte estremecedor. Primero, en Ucrania. Pero también en el mundo entero porque significa que las próximas víctimas deberán atenerse al dictado de los agresores para evitar un mal mayor.
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