El hecho de que el tercer mandato del primer ministro indio, Narendra Modi, llega precedido de un castigo en las urnas invita a preguntarse si el revés forzará al dirigente a introducir correcciones en el ejercicio autoritario que ha caracterizado su década en el poder ... central. Un estilo nacional-populista que trasladó desde su originario Estado de Gujarat, sustentado en la polarización religiosa para movilizar a la mayoritaria comunidad hindú y la estigmatización de las minorías, en particular la que forman 200 millones de musulmanes. Y en una política económica y social asentada en las infraestructuras y el apoyo a las grandes empresas más que en la inversión en educación y en sanidad, con el consiguiente aumento de la desigualdad en zonas urbanas y sobre todo rurales. El espectáculo de unas elecciones que duran meses y cultivan la reputación de 'mayor democracia del mundo' no oculta la marginación del Parlamento ni la preocupación de organizaciones internacionales por el deterioro democrático. Perdida la mayoría absoluta de su partido, Modi tiene que abrirse a sus socios electorales. Y no perder de vista a la oposición de Rahul Gandhi, reforzada en las urnas.
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