Las tres capitales vascas han sido escenario en la última semana de violentos altercados callejeros que han retrotraído a imágenes de una época felizmente pasada. «Ultras descerebrados», en palabras del Athletic, se enfrentaron el pasado jueves a la Ertzaintza en las inmediaciones de San Mamés, ... antes de la semifinal de Copa, con el lanzamiento de botellas, vasos de cristal y otros objetos contundentes, que obligaron a refugiarse en el campo a unos agentes desbordados poniendo en evidencia el despliegue diseñado para un partido declarado de «alto riesgo». Dos días antes se habían registrado incidentes junto al estadio de Anoeta, en San Sebastián. El domingo, encapuchados arrojaron piedras y mobiliario urbano contra los uniformados en Vitoria durante una marcha en recuerdo por los trabajadores muertos el 3 de marzo de 1976 tras una intervención de las Fuerzas de Seguridad del Estado.
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Estas algaradas confirman la seducción que la violencia aún ejerce en sectores minoritarios pese a la desaparición de ETA. El Departamento de Seguridad las atribuye a «grupos organizados» a los que Josu Erkoreka situó ayer «en la trastienda» de EH Bildu, sin citarla por sus siglas, con el supuesto interés de erosionar al Gobierno vasco ante las elecciones del 21 de abril. La rotunda respuesta de Arnaldo Otegi al instar al vicelehendakari a que si tiene pruebas las presente en el juzgado -si no lo hace «está mintiendo», aseguró- habría adquirido más valor de ir precedida de la firme condena de unas inadmisibles agresiones de las que se limitó a desvincular a la izquierda abertzale, en la que se echan en falta mensajes más pedagógicos en este ámbito.
Las consignas de los alborotadores y su comportamiento recuerdan la 'kale borroka'. La presencia en eventos masivos de personas embozadas provistas de material de guerrilla urbana demuestra que su objetivo no es otro que alterar el orden público y la libre convivencia. Erkoreka defendió la «proporcionalidad» de los operativos de esta semana, aunque sobre todo el de Bilbao denota claros errores de planificación y previsión. El vicelehendakari no puede lavarse las manos escudándose en que los diseñan los jefes policiales, no los políticos, como si él no fuese el máximo responsable de la Ertzaintza. El rifirrafe de ayer ha incendiado la precampaña. Pero lo prioritario ahora es que todos pongan cuanto está en su mano para atajar este inquietante estallido de violencia.
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