La memoria de la sobrecogedora cifra de víctimas mortales causadas por la dana en Valencia, Albacete y Cuenca reclama la máxima sintonía y colaboración entre las administraciones para facilitar la recuperación anímica de los vecinos de las zonas afectadas, el restablecimiento de sus proyectos de ... vida y la rehabilitación económica y física de negocios e infraestructuras destrozados. La sintonía mostrada ayer por el presidente Pedro Sánchez y por su homólogo autonómico Carlos Mazón, reunidos en L'Eliana, dejó en muy segundo plano los reproches cruzados entre responsables de sus respectivos gobiernos. Cuando corresponda realizarlo, el examen sobre las posibles fallas cometidas en la previsión del desastre y en los avisos precisos para afrontarlo no debe ser enturbiado por la diatriba partidaria como la que alimentaron Alberto Núñez Feijóo al cargar las tintas sobre supuestos errores del Ejecutivo central y exonerar por completo a la Generalitat valenciana y, por su lado, algunos dirigentes socialistas.
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Los deudos de las personas arrastradas por las olas de fango hasta ahogarse y los miles de ciudadanos que han visto cómo un miedo insuperable se apoderaba de ellos, llevándose por delante bienes e ilusiones, necesitan consuelo y esperanza. Ver que las instituciones saben perfectamente del quebranto que sufren compareciendo unidas. Sentir que ni están solas ahora ni lo estarán en adelante para acceder a ayudas públicas y a líneas de financiación. Mostrar su solidaridad vecinal como ejemplo a seguir por los poderes públicos. Especialmente la Valencia más castigada por la mayor riada en un siglo necesitará que las autoridades, todas ellas, sigan comprometidas con las inquietudes vitales de los damnificados. Que Mazón y Sánchez, Gobierno y oposición, aúnen esfuerzos y actúen al unísono en vez de intentar rentabilizar políticamente una catástrofe de semejante magnitud.
La dana ha de encontrar su sitio en los Presupuestos del próximo año. Como ha de lograr y optimizar los recursos que la UE disponga para esa parte de España que precisa mucho más que conmiseración. Instituciones y partidos tienen la oportunidad de hacer honor a los desgarradores gritos de auxilio para comprometerse a que las diferencias de criterio o de escala de prioridades que afloren con el trascurso de los días sean abordadas con el afán positivo y la delicadeza que demandan los destinatarios y protagonistas últimos de la política democrática.
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