Euskadi necesita atraer y retener talento, lo que pasa, entre otros factores, por ofrecer unas condiciones laborales competitivas en salarios y en materia de conciliación. Con la mirada puesta en ese objetivo, la vicelehendakari, Idoia Mendia, anunció ayer medidas para evaluar la posible implantación de ... la semana laboral de cuatro días a través de pruebas piloto en empresas, cuyo diseño debatirá la mesa de diálogo social, en la que participan el Gobierno vasco, la patronal, CC OO y UGT. Esa fórmula se ha saldado con éxito en unas pocas compañías con características muy específicas. Pero ni es aplicable a cualquier empleo ni parece realista esperar un apreciable desarrollo a corto plazo. Máxime en un tejido económico como el vasco, muy industrializado, con fuertes condicionantes por los ritmos de producción y un gran peso de actividades que requieren la presencia física en el centro de trabajo. El recorrido que puede tener en algunos sectores exige para ser rentable una extrema flexibilidad y apreciables mejoras en la productividad. La iniciativa de Mendia permitirá despejar incógnitas, aunque el precedente de los mínimos avances en el teletrabajo tras la pandemia es revelador.
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