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Bilbao vive una prueba de fuego dentro y fuera del campo. El Gobierno vasco, el Ayuntamiento y el resto de organismos implicados en el orden ... público están obligados a extremar las prevenciones con motivo de las eliminatorias europeas que disputan el Bilbao Basket hoy y el Athletic mañana. Sobre todo con el partido en el que los rojiblancos se juegan el pase a la semifinal de la Europa League contra el Rangers en San Mamés. Aunque el consejero de Seguridad resta gravedad a la cita para rebajar la tensión, afrontarla con la «naturalidad» a la que sistemáticamente se niegan los grupos violentos que parasitan el fútbol sería una peligrosa ingenuidad.
La movilización de todos los agentes antidisturbios de la Ertzaintza y la 'jaula' en la explanada de La Catedral, levantada para separar a las aficiones y evitar enfrentamientos entre sus seguidores radicales, reflejan que no es un encuentro cualquiera y que su alto voltaje activa todas las alertas. Como no podía ser de otra manera cuando llegan 4.000 hinchas escoceses, la mitad sin entrada, por muy ejemplar que haya sido su comportamiento en la ida. Están en juego la seguridad de miles de personas, pero también el buen nombre de un club que aspira a disputar la final europea en casa y la imagen de Bilbao en el mundo.
El fútbol es posiblemente el único evento multitudinario que exige despliegues de seguridad sin precedentes en otros acontecimientos deportivos o culturales con tirón. Los últimos incidentes obligan a la máxima cautela. La muerte de un ertzaina en los aledaños de San Mamés en 2018 durante los altercados entre aficionados rojiblancos y del Spartak de Moscú ilustra con toda su crudeza la necesidad de estar prevenido. Y de poner el foco en los ultras locales, capaces de agitar al público de la Roma con el encendido de bengalas dentro del estadio y de atacar a hinchas italianos en Bilbao al término del partido de vuelta.
Por desgracia, el fútbol mantiene espacios de impunidad para la violencia. En especial fuera de los campos, donde las autoridades no acaban de atajar el problema. La persistencia de actitudes incívicas, en la falsa creencia de apoyar así a un equipo, lleva a algunos hinchas, sobre todo jóvenes, a confundir el fervor por los colores con el desprecio, el insulto y, peor aún, la agresión al rival. La prueba de fuego comienza esta noche con el primer partido de la final europea entre Bilbao Basket y PAOK de Salónica. Miribilla debe ser una fiesta con la mejor animación.
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