![Sánchez marca la agenda](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/02/07/opi-editorial-kpEG-U200126071198gNE-1200x840@ElCorreo.jpg)
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Como hiciera con el impuesto a las grandes fortunas y el específico para la banca y las eléctricas, Pedro Sánchez se ha apropiado de una bandera de Unidas Podemos que había rechazado durante meses para esgrimirla como gran baza ante la doble cita electoral de ... este año: el destino de 50.000 pisos de la Sareb al alquiler social, aunque solo 9.000 están disponibles a corto plazo. La medida forma parte de una estrategia que ha puesto el foco en la vivienda pública, olvidada durante largo tiempo, con la aprobación de una ley que limita la subida de los arrendamientos -una iniciativa que en otros países ha surtido efectos contrarios a los perseguidos al reducir la oferta- y una sucesión de anuncios que incluye, junto a relevantes novedades, el reciclaje de antiguas promesas todavía incumplidas. Aunque el desarrollo de las actuales dependerá de la implicación de las comunidades -las competentes en la materia- y le ha generado fricciones con los morados y el PNV, el presidente ha conseguido así recuperar la iniciativa política en una precampaña con un fuerte acento social acorde a sus intereses. Lo ha hecho, además, cuando la reforma del 'solo sí es sí' y el lanzamiento de Sumar han tensionado al máximo las costuras del Gobierno, con un evidente riesgo de desgaste en las urnas si este problema domina la escena partidista.
Pocas cuestiones como las dificultades para el acceso a la vivienda suscitan una mayor inquietud ciudadana, si bien su complejidad impide esperar resultados milagrosos e inmediatos de la actuación de los poderes públicos. Los réditos que obtenga Sánchez de su ofensiva están a expensas de la credibilidad que merezcan sus propuestas. Por lo pronto se ha anotado un tanto al llevar el debate nacional donde le conviene -a una dialéctica izquierda-derecha sobre lo público en un asunto muy sensible- y coger con el pie cambiado a una oposición que actúa a rebufo y no consigue marcar la agenda. Hasta la masiva rebaja de penas a agresores sexuales por las clamorosas lagunas de la ley del 'solo sí es sí' ha quedado momentáneamente en un segundo plano pese a la reforma aprobada esta semana con el Ejecutivo fracturado y el decisivo apoyo del PP, que ha hecho de este escándalo uno de sus principales argumentos.
La resistencia de la economía y del empleo rema a favor del Gobierno, pero las frágiles relaciones entre sus socios y su dependencia del independentismo pueden pasarle factura en la carrera electoral.
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