El Rey Felipe VI mostró en su mensaje de Navidad todas las facetas que la Constitución encomienda a la Corona. Se presentó como símbolo de la unidad y permanencia del Estado, como árbitro y moderador en el funcionamiento de las instituciones, vino a recordar que ... asume la más alta representación de España en la escena internacional, y no sólo se ciñó a las leyes vigentes, sino que sus palabras conectaron con el sentir de la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles. Empezando por su acercamiento, y por el de la Reina Letizia, a los damnificados por la dana de hace casi dos meses. Experiencia colectiva al límite de la que el Monarca quiso extraer dos enseñanzas. La de la empatía solidaria hacia los habitantes de localidades valencianas en las que muchas personas y familias perdieron casi todo. Y la de la reclamación indignada ante una gestión más que mejorable de las atribuciones públicas.
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En Nochebuena, Felipe VI habló de consenso, de bien común, de diálogo, de humanidad. Y con los buenos deseos, propios del momento, apuntaló el papel vertebrador de la Monarquía. Advirtiendo de que la acogida de migrantes ha de ser ordenada para que sea eficaz y justa. Señalando que el complejísimo asunto de la vivienda requiere, ante todo, de soluciones viables. O recordando que nuestro país está siendo partícipe de un tiempo convulso en el ámbito internacional. Ante el que el jefe del Estado se aferró a dos máximas: la democracia y Europa.
El mensaje de fin de año no fue uno más de los transmitidos por La Zarzuela. Como si la concurrencia de desafíos para la España constitucional emplazase a la Corona a ocupar plenamente el sitio que sólo cuestionan aquellos que aspiran a una forma de Estado distinta a la de la monarquía parlamentaria. El discurso de Felipe VI en Nochebuena no fue únicamente una síntesis perfecta de lo que une a los españoles frente al divisionismo partidario. Además, obligó a las formaciones constitucionalistas a coincidir necesariamente en el espacio común trazado por el Rey.
Un espacio en el que el Estado liberal es indiscutible, en el que se reivindica la Transición resumida en la Carta Magna y que amplía cauces a la diversidad en convivencia. Felipe VI se dispone a afrontar 2025 y los años siguientes en plenitud. Seguro que dentro de un tiempo se recordará su mensaje del 24 de diciembre de 2024 como un hito de buen ejercicio de las potestades constitucionales de la Monarquía.
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