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Felipe VI cumple hoy sus diez primeros años como Rey de España, un periodo repleto de convulsiones en el que ha recuperado el prestigio de la Corona al dotarla de la necesaria transparencia y de una ejemplaridad cuya ausencia menoscabó su imagen y forzó la ... obligada renuncia de Juan Carlos I. Las circunstancias críticas que precedieron a su proclamación, con su padre envuelto en escándalos de corrupción y en comportamientos individuales indecorosos, han empujado al jefe del Estado a adoptar decisiones traumáticas en lo personal, pero inevitables para cumplir su firme promesa de impulsar «una Monarquía renovada para un tiempo nuevo». Y, de paso, allanar el camino hacia su continuidad en la figura de la princesa Leonor. La simbólica renuncia a la herencia que pudiera recibir ante el oscuro origen de ese dinero supuso, junto a la retirada de la asignación al emérito a cargo de la Casa Real, una reprobación pública de su predecesor que ha sido la prueba más palmaria de su voluntad de poner el buen nombre y el futuro de la institución por encima de todo.
El Rey se ha volcado en conectar con los sentimientos de una sociedad diversa cada vez más exigente y en cumplir de forma escrupulosa las funciones que le atribuye la Constitución, que le define como «símbolo de la unidad y permanencia del Estado». Apoyado en esa sólida base, Felipe VI consideró que la neutralidad política en la que debe moverse no podía llevarle a la pasividad ante el referéndum independentista del 1 de octubre de 2017 en Cataluña, lo que le llevó a dirigirse a todos los españoles para advertir sobre la gravedad que entrañaba un 'procés' fuera de la ley. En una España azotada por la fragmentación partidista, la inestabilidad en la gobernación y la polarización, no ha dejado de recordar que la convivencia y la solidaridad son fundamento de la libertad y los derechos en un país integrado, sin que en esta década de sucesivas crisis económicas, pandemia y guerras le hayan faltado motivos para llamar a la unidad.
La Monarquía parlamentaria facilitó extraordinariamente el tránsito de la dictadura al período más democrático y próspero de nuestra historia. El sentido de la responsabilidad y la prudencia de Felipe VI demuestran la capacidad de la Corona para seguir ofreciendo garantías de futuro frente a la incertidumbre y el desconcierto; para ser una institución útil en cuyo proceder pueden verse reconocidos incluso quienes legítimamente profesan ideales republicanos.
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