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Emmanuel Macron se equivocaría si considerara un éxito su decisión de adelantar las legislativas para cortocircuitar el avance imparable de la ultraderecha. Es cierto que el resultado del domingo sometió a Reagrupación Nacional (RN), el partido de Marine Le Pen, a una doble humillación: quedar ... en tercer lugar contra pronóstico, cuando la líder ultra ya acariciaba una cohabitación transitoria hacia el Elíseo; y verse incluso relegada en el Parlamento por el grupo del presidente y responsable de la parálisis que padece Francia, agravada en las últimas semanas y que amenaza con prolongarse durante largo tiempo. Pero el rechazo a la dimisión de trámite presentada por el primer ministro, Gabriel Attal, ha de convertirse en algo más que una manera de ganar tiempo hasta que pase el verano y París celebre sus Juegos Olímpicos. Tiene que transformarse en la gestión activa de un entendimiento en la bloqueada Asamblea Nacional salida de las urnas. Y en un renovado compromiso de Francia con los desafíos que afronta la Unión Europea.
En la urgente tarea de conformar un ejecutivo, Macron necesita el concurso del Nuevo Frente Popular (NFP), vencedor de las legislativas. Para forjar una mayoría suficiente debería ayudar el acuerdo previo a la segunda vuelta alcanzado, en dos días, por el NFP y la formación del presidente para retirar más de 200 candidaturas y enfrentar con solvencia a los aspirantes ultras. La alianza de izquierda fue incapaz de llegar a la cita electoral con un candidato a primer ministro, que promete ahora ofrecer esta misma semana. La necesidad de moderar algunas de las propuestas que le dieron el triunfo, con tirón popular pero difíciles de desarrollar en la complicada situación financiera del país y la inevitable marginación de la radicalidad del líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, someterán a una dura prueba a este bloque en el que emergen figuras más pragmáticas como Marine Tondelier y Raphaël Glucksmann.
En la reacción en España al nuevo panorama en el país vecino conviven el ansia del Gobierno Sánchez por hacer suya la victoria de los progresistas y la contradicción del PP, que pide a Macron excluir a los ultras cuando comparte gobiernos autonómicos y municipales con Vox. Un ámbito en el que también son conocidas la falta de preparación de los representantes y las medidas estridentes que Le Pen promete revisar entre sus filas.
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