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El parque eólico que el Gobierno vasco acaba de autorizar en terrenos de Orozko y Llodio revela el complejo y lento desarrollo de las energías ... renovables en Euskadi. Situado en el monte Larragorri, supone el primer proyecto de construcción de aerogeneradores en Bizkaia en casi veinte años, tras los implantados en el Oiz y el puerto de Zierbena. Para Álava, es el tercer complejo de molinos de viento que supera el trámite medioambiental, después del visto bueno obtenido por los diseñados en Azaceta y Labraza entre fuertes resistencias sociales. El Ejecutivo avala la nueva planta, de cinco torres, al imponer medidas correctoras a la empresa promotora, que deberá soterrar 5 kilómetros de la línea de alta tensión. De esta manera, se busca reducir el impacto de la instalación y el riesgo para la avifauna del paraje, con especial atención a las colonias de alimoche, buitre leonado y milano real. Las renovables toman así algo de aire.
En la práctica, los parques eólicos y plantas fotovoltaicas dejan una huella difícil de borrar por las servidumbres de su diseño y extensión, en busca de la producción eléctrica más eficiente. Un impacto que siempre es obligado mitigar mediante el debido respeto al entorno rural y la aplicación de la ley, garante de la protección del medio ambiente. Pensar lo contrario y negarse por ello al desarrollo de las energías renovables es poco menos que condenar a un injustificable retraso la necesaria descarbonización de nuestro modo de vida. El reto es conciliar ambos planos: energía verde con la menor alteración posible.
Euskadi lleva desde 2007 sin poner en marcha nuevos molinos de viento, pese a su fuerte dependencia energética y una escasa potencia eléctrica que frena a la industria. Siendo líder en el desarrollo tecnológico, con un importante peso en la fabricación de aerogeneradores, el País Vasco crea hoy menos energía renovable que hace cinco años, relegado a la cola de las autonomías. La producción verde apenas supone el 17% de toda la generación eléctrica. Será muy difícil alcanzar la meta del 30% marcada dentro de cinco años por la ley de Cambio Climático, aprobada por PNV y PSE con el respaldo de EH Bildu, partido en el que afloran notables contradicciones en este campo. Asumir el impacto de las renovables para evitar males mayores es un desafío global. El año pasado, las altas temperaturas dispararon el consumo mundial de electricidad, lo que elevó la demanda de combustibles fósiles, origen de las emisiones contaminantes.
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