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Resulta tan urgente como ineludible una profunda regeneración de la Federación Española de Fútbol, hundida en el pozo del descrédito por la gestión de Luis Rubiales y que, tras su forzada renuncia, no acaba de salir de él. La imputación de su sucesor interino y ' ... delfín' por parte de la jueza que investiga supuestas corruptelas relacionadas con el expresidente ha colocado al organismo en una situación insostenible. La medida fue comunicada cuando Pedro Rocha estaba a punto de ser proclamado vencedor de las elecciones a la RFEF como único candidato que ha logrado los avales necesarios. Ahora está al borde de la inhabilitación por el expediente que le ha abierto por falta muy grave el Tribunal Administrativo del Deporte por no convocar los comicios a su debido tiempo y excederse en sus funciones al frente de la gestora. La federación necesita una limpieza a fondo que acabe con años de desmanes. La confianza depositada por los responsables del fútbol español en la mano derecha de Rubiales revela que ese mensaje no ha calado en sus estructuras. La intervención de la entidad que se plantea la FIFA supondría un desprestigio internacional, pero quizás resulte inevitable para depurarla.
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