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La reforma fiscal que saldrá adelante en Euskadi deja dos hitos sin precedentes en la política vasca. Por un lado, el pacto alcanzado entre PNV, ... PSE y Podemos sobre una materia tan sensible, tanto por cuestiones ideológicas como para el bolsillo de los ciudadanos, ensancha el mapa de las alianzas a espacios no explorados en los grandes acuerdos de país. Por otro, ha sido posible gracias a un entendimiento 'in extremis' con los morados, una formación sin representación en el Parlamento de Vitoria, pero con una presencia clave en las Juntas Generales de Álava y Gipuzkoa, donde su concurso ha resultado vital para que los socios de gobierno puedan articular una mayoría suficiente y garantizar la armonización con Bizkaia.
La nueva fiscalidad nace marcada por la controversia, después del portazo de EH Bildu y el veto impuesto por los socialistas de Eneko Andueza al acercamiento al PP. Una opción por la que, sin embargo, se inclinaban cualificados cargos jeltzales. Otra cosa será cómo el partido de Andoni Ortuzar y, en menor medida, el de Andueza presentan a su electorado «el giro a la izquierda» dado por Podemos a un importante paquete de medidas tributarias que penaliza a las rentas altas y a las grandes empresas. Y que ha causado un indisimulado malestar en Confebask, mientras los populares acusan a los firmantes de «subir los impuestos a los que lo pagan todo» y Bildu exige una revisión fiscal de mayor profundidad. En la recta final del mandato de Ortuzar, el PNV deberá explicar una cabriola que amenaza con afectar a su caladero de votos más tradicional.
Podemos ya sabe cómo no va a hacerlo. Ha renunciado a consultar a sus bases, su seña de identidad. No parece dispuesto a asumir el riesgo de otro fiasco como el «empate técnico» del sondeo anterior y oculta así la fuerte división interna ante una norma pactada con los partidos que lideran las principales instituciones vascas. Finalmente, ha logrado arrancar a PNV y PSE medidas en beneficio de las rentas bajas y hacer valer sus votos, menguantes en los últimos años.
Con ellos, se cierra el círculo de los grandes pactos en Euskadi, después del aval de Bildu a los Presupuestos forales en Bizkaia y Álava, y del apoyo del PP en Gipuzkoa. Más allá de cálculos electorales, sería deseable que la fiscalidad sea utilizada para garantizar la calidad de los servicios públicos, generar inversiones, impulsar una industria que ofrece síntomas de agotamiento y no dejar escapar el talento que tanto necesita Euskadi para mejorar su competitividad.
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