El lehendakari Imanol Pradales se ha dado un margen de un año para poder obtener los primeros resultados en la inaplazable reforma de Osakidetza. Y dos semanas después de echar a andar, el Gobierno vasco ya ha logrado terminar con el conflicto del servicio de ... cirugía cardiaca de Basurto, un grave desencuentro de dos años que incluso llevó a los especialistas a recurrir a los tribunales para evitar los planes de la consejería de Salud de eliminar las operaciones de corazón en el hospital bilbaíno. Además del relevo al frente del departamento, la retirada de una iniciativa que llenó de inquietud también a los pacientes no puede obedecer solo a la condición de médico del nuevo responsable -que comparte con antecesores en el cargo- sino que introduce la esperanza de abordar con otro talante, dialogante y flexible, una de las grandes preocupaciones de los ciudadanos.
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La pandemia sometió a una exigente prueba al Servicio Vasco de Salud, a gestores, profesionales y enfermos. Esta tensión máxima sobre los recursos y los servicios se sumó a la inevitable fatiga de cuatro décadas de andadura de uno de los grandes logros del autogobierno. El consejero Alberto Martínez traslada estos días que la sociedad ha avanzado mucho más rápido que Osakidetza. Una reflexión que, a una luz menos complaciente, obliga a preguntarse por la capacidad de previsión en Euskadi ante una de las tasas de envejecimiento y cronicidad más elevadas de España; por una demanda creciente de atención que en modo alguno llega por sorpresa y que, más que a una preocupación subjetiva, obedece a una necesidad objetiva de los usuarios.
Las prioridades de la consejería van a centrarse en mejorar la Atención Primaria y reducir las listas de espera de la sanidad pública. Si los ambulatorios son capaces de resolver el 80% de las patologías, puede comprenderse el desamparo de los pacientes -en unas zonas más que en otras- por las demoras en el acceso al médico o la enfermera, o por los recortes, que deberían admitir una gestión alternativa en próximos veranos. Los 57 días de media que pasan para someterse a una cirugía o los 68 que pueden transcurrir hasta ser atendido en consultas externas ya han mejorado respecto al año pasado. Pero los objetivos de rebaja plantean una tarea ingente para todos los actores del sector y apelan también a los ciudadanos a responsabilizarse de su salud y de unas citas que tanto cuesta obtener.
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