El Gobierno avanza en la confección de unos nuevos Presupuestos, cuya aprobación dista de tener garantizada. Este año funciona con los de 2023 prorrogados al haber renunciado a presentar un proyecto -una exigencia constitucional- por la coincidencia entre su tramitación y las elecciones en Cataluña, ... lo que dificultaba el imprescindible apoyo de sus socios independentistas. La cada vez más probable repetición de esos comicios a finales de octubre pone también en peligro las Cuentas del próximo ejercicio. Dada su precariedad parlamentaria y las grietas abiertas en la mayoría de la investidura, el Ejecutivo carece de garantías de que podrá sacarlas adelante ante las exigencias de máximos insinuadas por Junts y ERC.
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La devolución del texto por el Congreso equivaldría a una simbólica moción de censura. No presentarlos siquiera otra vez transmitiría una imagen de patética debilidad política, que además prolongaría la excepcionalidad de gobernar con la principal herramienta de política económica desfasada. El país necesita unos Presupuestos acordes al escenario actual, incluidas las reglas fiscales de la UE. No disponer de ellos confirmaría que la legislatura no da más de sí.
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