A punto de cumplirse dos semanas de su regreso al Despacho Oval, Donald Trump avanza en su cruzada contra la inmigración irregular, a golpe de decretos y con el Congreso a su servicio. La declaración de «emergencia nacional» le permite enviar a militares a la ... frontera sur, donde continúa con el blindaje del muro y ha suspendido el mecanismo que facilitaba citas para solicitar refugio de manera legal. La ofensiva, anunciada con insistencia durante su campaña electoral, se desarrolla con redadas por todo el territorio estadounidense, algunas de ellas televisadas. Produce una media de mil detenciones al día y recluye a los arrestados sin orden judicial después de capturarlos ahora también en escuelas y lugares de culto. El destino final es la deportación, incluso a Guantánamo, para los 11 millones de 'sin papeles' en Estados Unidos. Los tribunales, desbordados con millones de expedientes previos, se ven incapaces de atender las objeciones de las organizaciones de derechos civiles; solo el intento presidencial de revocar la nacionalidad por nacimiento está paralizado por un juez.

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La expulsión de indocumentados no la inaugura Trump. Ya fue aplicada con estusiasmo por sus antecesores Obama y Biden, pero la saña de ahora plantea un desafío de primer orden para los países de origen, particularmente para México, por la disminución de los ingresos por remesas y por la imposición de aranceles para que el Gobierno de Claudia Sheinbaum colabore contra las entradas ilegales y la crisis del fentanilo a satisfacción de la Administración republicana. La Casa Blanca convirtió la breve oposición de Colombia a recibir a sus nacionales en un claro mensaje al conjunto de América Latina y el resto del mundo. Las sanciones comerciales, que también alcanzarán a Canadá y China, complicarían la renegociación del Tratado de Libre Comercio prevista para el próximo año y no cabe excluir perjuicios para la propia economía estadounidense.

El Ejecutivo mexicano afronta el reto de atender a los inmigrantes agolpados en las ciudades fronterizas, ya sin opciones de seguir hacia el norte, y a los que seguirá enviando EE UU. Y, como el resto de países vecinos, debe avanzar en la superación de la violencia y la desigualdad que castiga a sus sociedades, de modo que sus ciudadanos dejen de arriesgar la vida en manos de mafias despiadadas en busca de un sueño que Trump ha convertido en pesadilla.

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