Erkoreka, en el Parlamento vasco. EFE
Opinión

El PNV no lo entiende

El partido se comporta como si ignorara los reiterados mensajes de las urnas al colocar a Erkoreka de asesor en la Diputación de Bizkaia

Viernes, 28 de junio 2024, 00:19

La desafección hacia la política no deja de extenderse. El principal problema de su crecimiento reside en que erosiona el prestigio de las instituciones y ... crea un caldo de cultivo idóneo para el auge de populismos de todo signo, ya emerjan de forma inmediata o permanezcan soterrados. El lehendakari, Imanol Pradales, colocó en el frontispicio de su discurso de investidura el objetivo de «volver a conectar» con una sociedad más exigente tras la pandemia; un desafío que es a la vez una necesidad para el Gobierno vasco y para el PNV, su partido, conmocionado tras sucesivos batacazos electorales que han puesto en cuestión su indiscutible hegemonía en Euskadi. El fichaje de Josu Erkoreka como asesor de la Diputación de Bizkaia dos días después de haber sido relevado como vicelehendakari y consejero de Seguridad va en dirección contraria al mensaje del nuevo inquilino de Ajuria Enea. Y demuestra que los jeltzales siguen sin entender el contundente mensaje de las urnas y que prácticas poco estéticas que hasta ahora pasaban desapercibidas escandalizan hoy a amplios sectores de la ciudadanía. Incluidos no pocos de sus votantes.

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Erkoreka anunció su retirada de la primera línea política tras la sustitución de Iñigo Urkullu como candidato a las autonómicas, que anticipaba un relevo generacional en el Ejecutivo. Tras haber sido consejero durante todo el mandato del exlehendakari, podía haberse reincorporado al cuerpo de letrados del Gobierno vasco, al que pertenece, pero ha preferido aceptar la oferta de la diputada general, Elixabete Etxanobe, de la que fue profesor y a la que él mismo otorgó su primer cargo oficial. Nadie discute su validez y amplia experiencia, pero la imagen de amiguismo que transmite el nombramiento no parece la más conveniente para los nacionalistas en su situación actual.

El PNV ha sido inmune durante largos años a ese tipo de decisiones. Con su aura de gestor eficaz en entredicho y su imagen lastrada, ya no lo es. Aun así, se comporta como si no fuera consciente del grave problema que arrastra. Un lujo que no se puede permitir un partido que acaba de cosechar en las elecciones europeas su peor resultado desde la Transición. Cuando Sabin Etxea se pregunta por las dificultades para movilizar a sus bases tradicionales, junto a la sanidad y la vivienda haría bien en pensar en el mantenimiento de inercias del pasado que ahora resultan poco presentables para la opinión pública. El caso de Erkoreka constituye un magnífico ejemplo.

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