En un último acto de infantilismo político, Boris Johnson quiso contrarrestar con su dimisión hace una semana las conclusiones de la investigación del Comité de Privilegios del Parlamento, comunicadas oficialmente ayer pero que él conoció de antemano. Después de la reprimenda policial con multa incluida ... por violar el confinamiento impuesto a todos los ciudadanos por la pandemia, algo acreditado también por la pesquisa independiente encargada por el Gobierno, se confirma que el exprimer ministro mintió deliberadamente a la Cámara de los Comunes al dar cuenta de su participación en fiestas en su residencia oficial mientras regía la normativa que prohibía las reuniones. Una vergüenza sin precedentes en un jefe del Ejecutivo, que se añade a su impulso a la salida de su país de la UE, cimentada también en manipulaciones y engaños, y a la desastrosa gestión que le apartó del Gobierno en 2021. Este último escándalo distrae al Gabinete de Sunak de su objetivo de atajar la inflación a un año de la próxima cita con las urnas. Y la elección parcial para cubrir el escaño de Johnson expone a los conservadores a nuevas tensiones que impiden pasar la página de una figura catastrófica.
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