Nuevas respuestas

No es casual que, de los 32 epígrafes que contiene, el primero esté dedicado a la salud. El éxito o fracaso del primer Ejecutivo de Pradales, y en consecuencia la continuación del cambio de ciclo político que asoma en Euskadi o su marcha atrás, dependerá de que los ciudadanos perciban avances en la calidad de los servicios públicos; en especial, de la sanidad. Es decir, de que el Gobierno vasco desmienta con hechos la sensación de un agotamiento de su capacidad de gestión y ofrezca no solo un discurso con más gancho, sino con respuestas nuevas y eficaces a los problemas que percibe como tales la población. El pacto se fija el objetivo de «recuperar el prestigio» de Osakidetza, lo que supone el reconocimiento implícito de su desprestigio por parte del PNV y contrasta con las críticas «injustificadas» a su funcionamiento que desechó ayer Iñigo Urkullu en su último acto oficial como lehendakari. Los anuncios que realice hoy su sustituto permitirán medir hasta dónde llega la voluntad de cambio en ese terreno y en materia de vivienda, otra de las principales inquietudes de la sociedad en la que tampoco existen varitas mágicas de efecto inmediato, pero en la que es igualmente necesario pasar del voluntarismo retórico a la acción.

Los nacionalistas y el PSE se han comprometido a actuar con lealtad y respeto al marco legal en una reforma del Estatuto tan deseable como lejana salvo que las fuerzas políticas actúen con el realismo cuya ausencia frustró el último intento.