La inteligencia artificial, su incorporación a la última generación de teléfonos y los retos que plantea como futuro motor de la economía y palanca de una revolución tecnológica sin parangón en la historia reciente planean sobre el Mobile World Congress de Barcelona, en el que el sector expone desde ayer sus novedades. Además de suponer un salto exponencial en todos los órdenes, la generalización de la IA disparará de forma vertiginosa el tráfico en las redes, lo que hace ineludible encarar de una vez el debate sobre unas costosas inversiones en ellas que corren obligadamente a cargo de las operadoras, pero de las que se aprovechan los gigantes tecnológicos para unos negocios que les aportan multimillonarios beneficios. Está cargada de razón la aplicación de las mismas reglas a las 'big tech' y a las empresas de telecomunicaciones, defendida ayer por el comisario europeo Thierry Breton, quien admitió que la regulación ha quedado «obsoleta». Abrir la puerta a las fusiones entre países para crear grupos con mayor músculo y más competitivos, siempre que sean respetados los derechos de los consumidores, es una necesidad agudizada por la nueva era que alumbrará la inteligencia artificial.
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