El fallecido opositor ruso Alexéi Navalny. Reuters

Navalni y la derrota de Putin

La oscura muerte del líder opositor insta a Occidente a impedir que el autócrata ruso imponga su ley doblegando a Ucrania

Sábado, 17 de febrero 2024, 00:03

La muerte de Alexéi Navalni en el gulag al que le envió el Kremlin revela todas las caras del Mal. El desprecio absoluto hacia la dignidad humana. La anulación total del libre albedrío. La demonización de la disidencia. Y la sublimación del poder por su ... capacidad de quitar la vida a quienes considera meros súbditos. Ese poder no tuvo ni la decencia de comunicar el fallecimiento del principal líder opositor ruso a sus familiares. Se limitó a dar curso a una nota de agencia oficial, seguida de declaraciones por parte del portavoz oficial, Dmitri Peskov, alegando que no se conocían las causas del óbito.

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La vitalidad y la convicción que Navalni mostraba en cada oportunidad que tenía para dirigirse a la opinión pública invitaban a pensar que era indestructible en su entereza, al tiempo que nos llevaban a preguntarnos sobre el porqué de un activismo de cuerpo a cuerpo contra un régimen tan implacable como el de Vladímir Putin. Por qué hace cuatro años, tras ser envenenado con el agente químico novichok y atendido en Berlín en circunstancias extremadamente críticas, decidió volver a Moscú para afrontar el destino que le marcaba su propio compromiso. Se trata de un comportamiento tan fuera de lo común que descoloca a casi todos los demás activistas rusos por la democracia, a las instituciones del mundo libre y a cuantos publicistas del Estado de Derecho condenan una y otra vez la autocracia instaurada por Putin como si él mismo fuese eterno.

La figura de Navalni es tan inalcanzable que su testimonio no debería conducir a las democracias a mostrarse impotentes ante el poder arbitrario del Kremlin. Es imposible llegar a la altura moral de alguien que pudo optar por otras formas de disidencia y se inclinó por aquella que ponía más en riesgo su vida en un ejemplo de autenticidad. Pero tan trágico final insta a la acción y no a la introversión. Puede no ser casual que esta muerte haya coincidido con el retraimiento republicano a que Estados Unidos continúe financiando la defensa de Ucrania y con las alarmas por que Rusia se encuentre, al parecer, cerca de ultimar el desarrollo de un arma nuclear que opere en el espacio. Pero más allá de pronunciamientos que interpelan a Moscú por este oscuro caso y de declaraciones que instan a su esclarecimiento, la UE, los aliados de la OTAN y otros países democráticos han sido emplazados a impedir que la Rusia de Putin triunfe en su propósito de doblegar a Occidente doblegando a Ucrania.

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