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La publicación de decenas de documentos que supuestamente se habrían manejado en el Pentágono, con informaciones sensibles sobre debilidades militares de Ucrania, la participación del Mosad en las protestas contra Netanyahu, desavenencias entre Seúl y Washington o la disposición de Egipto a proveer de material ... bélico a Rusia, entre otros extremos, es la última entrega de una geopolítica que se presume cambiante. Ninguna fuente oficial de Estados Unidos ha confirmado la autenticidad de la información difundida, y mucho menos la veracidad de su contenido. Podría haber sido filtrada o descubierta mediante hackeo. Formar parte de un hallazgo fortuito o responder a una selección intencionada. Ser fidedigna en su totalidad o el resultado de informes manipulados. Incluso formar parte de una maniobra de distracción que persiguiera propósitos indescifrables. Es posible que, dada la dificultad de significar de manera unívoca la aparición de materiales tan diversos, objeto de infinitas especulaciones, los efectos operativos de su trascendencia pública se hayan neutralizado precisamente por el cúmulo de sospechas que suscita.
Pero, sea cual sea la naturaleza o intención de lo ocurrido, las dudas que genera tanto en las relaciones internacionales como en la seguridad demandada en las sociedades libres en nada contribuyen al afianzamiento y extensión de los valores democráticos. Cuando la desconfianza se apodera del escenario público y de los vínculos entre países, resulta imposible obtener beneficio alguno de una hipotética operación de desinformación, por bienintencionada o sagaz que se pretenda. Consecuencia parecida a la que deriva del supuesto de que ni el secreto más celosamente guardado puede mantenerse como tal, dada la evidente fragilidad de los sistemas de protección de la información clasificada.
Es deseable que la afloración de tantos y tan diversos documentos no preludie una cascada de nuevas revelaciones y ayude a reordenar servicios y prevenir fisuras. Pero advierte del sinfín de tensiones que acompañan al cambio pretendido en el orden internacional. China revisando su propia historia a cuenta de Taiwán. Rusia aspirando a hacerse con el Ártico mientras trata de anular a Europa negando la existencia de Ucrania. Las fricciones geopolíticas se multiplican de tal manera que cada rincón del mundo se vuelve escenario de disputa y de desinformación.
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