Lejos quedan los años de vértigo en los que la turbulencia financiera asomó al abismo a Atenas y al euro. Las elecciones del domingo bendicen cuatro años de Gobierno de Nueva Democracia, si bien regatean a Mitsotakis los seis escaños que le habrían dado ya ... la mayoría absoluta y le 'obligan' a convocar nuevas elecciones el 25 de junio. Un cita ya descontada, en busca del premio de 50 escaños a la lista más votada y celebrada de antemano por unos mercados que prevén reformas a su favor. El 40,8% de apoyos cosechados por el centro-derecha desmiente desgaste alguno por la pandemia y la inflación, las escuchas a políticos y periodistas o el accidente de tren que costó 57 vidas en febrero. Son Tsipras y Siryza los que corren todavía con los gastos de la etapa convulsa y tutelada por la Unión Europea. La humillación electoral -pierde once puntos respecto a 2019 y solo logra la mitad de respaldo que los conservadores-, la continuidad del dirigente populista y la división en la izquierda prácticamente garantizan un nuevo fracaso. Grecia se vuelve 'normal' al confiar la estabilidad al poder monocolor y ni siquiera intentar un acuerdo entre diferentes para ampliar la base de la actuación política.
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