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El fútbol como fenómeno de masas tiene una enorme proyección social que, al margen de los resultados deportivos, puede servir como herramienta pedagógica para la difusión de valores extensibles a la vida diaria que contribuyan al crecimiento personal y a una coexistencia sana. Por desgracia, ... también se sigue utilizando como escenario de comportamientos intolerables que no solo retratan la nula catadura moral de sus protagonistas, sino que pueden ser constitutivos de delito. Un juzgado de Palma ha condenado a un año de cárcel y a tres de prohibición de acceso a los estadios al autor de los insultos racistas a los jugadores Vinicius y Samu Chukwueze en dos partidos que el Mallorca disputó contra el Real Madrid y el Villarreal en febrero de 2023. Ni xenofobia ni cualquier actitud de desprecio al diferente tienen cabida en una sociedad mínimamente civilizada. Tampoco en un campo de fútbol. Los lances de un encuentro o la fama de la que venga precedido un jugador en modo alguno justifican ataques a su dignidad amparados en un cobarde gregarismo, que no exime a sus autores de ser identificados. Estas sentencias son un gol al racismo que ojalá ayude a desterrar actitudes bochornosas.
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