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La portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, calificó ayer de «cobarde», «incompatible con la democracia» y despreciativo hacia las víctimas y la sociedad la negativa del candidato de EH Bildu a lehendakari, Pello Otxandiano, a condenar a ETA y a calificar de «terrorista» a la banda. ... La tozuda resistencia de la izquierda abertzale a romper con su pasado y admitir que nunca estuvo justificado el uso de la violencia con fines políticos es una asignatura pendiente que merece un severo reproche moral y ante la que es preciso mantener la máxima exigencia democrática. Tal actitud, sin embargo, no le ha impedido ser aceptada como socio indispensable de Pedro Sánchez ni encabezar las encuestas de las elecciones vascas del próximo domingo. Es inevitable relacionar esa inusual contundencia de La Moncloa -precedida de alusiones en la misma línea del PSE- y la cita en las urnas cuando, desde que la formación de Arnaldo Otegi se integró en la mayoría de la investidura, tal carencia ha sido aceptada por los socialistas como una cuestión menor o meramente estética ante la prioridad que adquiría la constitución de un Ejecutivo «de progreso».
El presidente se avino a reunirse con portavoces de EH Bildu tras las generales en busca de sus decisivos votos. El apoyo del PSOE a la moción de censura que hizo alcalde de Pamplona a Joseba Asirón en diciembre fue la última muestra de la naturalización de la izquierda abertzale por parte de los socialistas con el argumento de integrarla así en la vida política normalizada. Es significativo que haya sido la campaña electoral en Euskadi la que los ha situado frente a su propia responsabilidad en el blanqueamiento de los herederos de ETA, incurriendo en la inconsecuencia de cuestionar la catadura moral de un grupo de cuyos votos no solo se han servido, sino que han buscado mediante pactos que realzaban su protagonismo.
Tampoco los demás partidos han expuesto condiciones dirigidas a quienes no condenan el terrorismo para alcanzar acuerdos con ellos. Pero resulta incongruente que el Gobierno se percate ahora de la conducta de un grupo con presencia institucional que se mofa del dolor causado por ETA a miles de personas durante medio siglo al considerar que eso es pasado y ahora toca votar por el futuro. Los reproches de los socialistas están fundados. Pero si las encuestas llevan razón y EH Bildu gana el domingo en Euskadi, no podrán negar que han contribuido a ello.
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