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Pedro Sánchez fue recibido ayer por el rey Mohamed VI en un encuentro que, según subrayó el Gobierno, muestra el buen momento que atraviesan las relaciones entre España y Marruecos. El mandatario socialista, que no estrenó esta legislatura con una visita al país vecino, como ... es tradicional, hizo hincapié en la cordialidad con la que se desarrolló. La grave crisis fronteriza de Ceuta de mayo de 2021 dejó en suspenso las relaciones entre Madrid y Rabat. Menos de un año después, la casa real marroquí hizo pública una carta del presidente español a Mohamed VI en la que secundaba el plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara como «la base más seria, creíble y realista para la resolución del contencioso». Un cambio cuyos motivos y ventajas no han merecido desde entonces explicaciones claras por parte de La Moncloa. Tras los acuerdos alcanzados en la reunión de alto nivel del pasado ejercicio, en la que el monarca dio plantón a Sánchez, la breve visita de ayer visualiza una deseable normalización, aunque no se avanzó en la fecha para la apertura de las aduanas en Ceuta y Melilla para «un comercio transparente y regular».
El presidente calificó de «ejemplar» la cooperación existente sobre la gestión de los flujos migratorios. Pero el hecho de que se sitúe por encima del caos existente en otras fronteras en el mundo no la hace modélica. Empezando por la incertidumbre que deriva de la eventual utilización de esos flujos como elemento de presión intermitente en las relaciones entre Marruecos y España. Los programas de emigración circular -el tránsito legal de unas mismas personas entre distintos países- y la lucha contra las tramas de tráfico de seres humanos no alcanzan la ejemplaridad pretendida porque no han adquirido una magnitud suficiente. En el resumen presidencial del viaje destacó, por su ausencia, el capítulo del narcotráfico. La cooperación en materia de seguridad frente al yihadismo no puede estar sujeta a escrutinio público. Es comprensible que haya cuestiones bilaterales que se traten con discreción, dada también la complejidad de las relaciones entre un sistema democrático como el español y un régimen sin contrapesos como el alauí.
El viaje de Sánchez a Rabat, anunciado con solo unas horas de antelación, se demostró demasiado precipitado; demasiado necesitado de una imagen como para que sirva para mejorar las relaciones bilaterales. El tiempo confirmará los resultados de la foto con Mohamed VI.
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