Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
La presentación del programa de Gobierno de Alberto Núñez Feijóo como candidato a la presidencia, junto al debate parlamentario posterior, era una oportunidad para que la política ofreciera a los españoles algo más de claridad y sosiego. Pero no todo lo ocurrido ayer en el ... Congreso respondió a la previsión constitucional de la investidura ni a las expectativas que podía albergar la mayoría de los ciudadanos. El líder del PP cumplió con la encomienda del momento al exponer las líneas de actuación de un eventual Ejecutivo monocolor de su partido. Lo hizo en un discurso de confrontación implacable, aderezado con apelaciones a pactos de Estado, con el que reivindicó su victoria -aunque insuficiente- en las elecciones generales y reafirmó su liderazgo interno. La eventual amnistía a los encausados del 'procés' a la que se refirió profusamente convirtió por momentos su intervención en una suerte de moción de censura anticipada al Ejecutivo que Pedro Sánchez aspira a formar con el apoyo de los independentistas catalanes, y puso al dirigente popular más en el papel de opositor que de aspirante a La Moncloa.
La insólita renuncia del presidente en funciones a debatir con él en un intento de ningunear una investidura condenada al fracaso constituye un desprecio institucional que añadió barro a un debate ya de por sí bronco, en el que quedó de manifiesto la estéril polarización que divide el arco parlamentario en dos bloques irreconciliables. El inesperado protagonismo del socialista Óscar Puente, cuyo duro tono aumentó los decibelios de la sesión, evitó que nadie de su bancada diera señal alguna de por qué el PSOE está tan seguro de contar con los apoyos suficientes para hacer presidente a Sánchez, quien con su sorprendente golpe de efecto evitó ofrecer explicaciones respecto a la amnistía y la autodeterminación para Cataluña que comprometan las negociaciones con Junts y ERC. Aunque ello no impidió que uno de los portavoces de Sumar, Enrique Santiago, defendiera detalladamente el borrado de los delitos -una exigencia que La Moncloa había desechado hasta ahora por inconstitucional- para «una nueva fase de encuentro y diálogo entre la sociedad catalana y la del resto de España».
Gabriel Rufián, de ERC, dio por sentada su legitimidad y se esforzó en presentar a la democracia española como la primera beneficiaria de este «mecanismo para resolver conflictos políticos y bloqueos institucionales». Pero, en medio de una dura disputa interna en el independentismo, advirtió al PSOE de que, sin un referéndum de autodeterminación, esa medida será insuficiente para lograr su apoyo. Marta Lois, de Sumar, sostuvo que la investidura de Núñez Feijóo es una pérdida de tiempo porque el PP tenía que haber pasado a la oposición nada más conocer los resultados del 23-J. Solo que ese destino dependerá de que Sánchez obtenga el apoyo del secesionismo.
El debate reveló que las discrepancias partidistas alcanzan al propio sentido de la realidad. El Congreso reflejó la existencia de dos realidades paralelas muy difíciles de conciliar. Así lo manifestó la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, al presentar al independentismo como «cuestión de supervivencia» frente a España y a su partido como una pesadilla en un marco político dividido entre «azules y rojos». Sánchez y el PSOE pudieron despachar la sesión parlamentaria con la tranquilidad de que Núñez Feijóo no será investido presidente ni hoy ni el viernes. Pero acto seguido se enfrentarán a las exigencias que ayer se manifestaron en lengua catalana en el hemiciclo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.