Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
El lehendakari ofreció el domingo un balance no solo de su último mandato sino del conjunto de sus tres legislaturas. Iñigo Urkullu trasladó una evaluación netamente positiva de la gestión del Gobierno vasco y recalcó que Euskadi se ha modernizado respecto a 2012, cuando asumió ... el timón de mando. «Contamos con recursos para reforzar los servicios públicos», lanzó también, en un reconocimiento de las carencias que se han hecho más visibles en la última etapa, en especial en áreas sensibles como la Sanidad o la Educación. Aunque la buena intención y el moderado optimismo se agradecen en tiempos de zozobra, es preciso mantener activos valores como el esfuerzo, la tenacidad y la autoexigencia.
Su mensaje reflejó un diagnóstico sólido. Los datos que radiografían el estado de un país -empleo, renta, PIB y pobreza- revelan unas medias mejores que en otros lugares, lo que anima al lehendakari a fijar como objetivo situarse «entre los países europeos más desarrollados». Partimos de una buena base, pero para asentar nuestro modelo social y económico es necesario elevar ese nivel de exigencia sobre nuestras políticas públicas y evitar cualquier atisbo de autocomplacencia. Urkullu resaltó las consecuencias positivas del clima de estabilidad política pero es preciso guardarse de un exceso de confianza. Para que la estabilidad sea una certeza no basta con palabras bienintencionadas, ni con un legado en el que se subrayan más las luces que las sombras en una reivindicación del trabajo realizado. La estabilidad se construye con voluntad de acuerdo político profundo, anclando las propuestas en el principio de realidad. Se edifica también sobre la interiorización de que vivimos en una sociedad plural y abierta en la que la democracia permite instrumentos y mecanismos para la gestión de las legítimas discrepancias. Se cimenta sobre un país que tiene una memoria crítica sobre lo que ha sido la violencia de ETA y que trabaja por asentar una convivencia basada en el reconocimiento del daño causado y en el amparo y reconocimiento de las víctimas del terrorismo. Y en un proyecto moderado e integrador, alejado de rupturismos con la legalidad estatutaria y constitucional, basado en el engarce de la singularidad del autogobierno vasco con la moderna España democrática. 2024 será decisivo porque incluye unas elecciones autonómicas que suponen una verdadera encrucijada para marcar el rumbo del futuro.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.